«El descubrimiento de las microcorrientes hace algunos siglos, permitió que se comenzaran a usar en la regeneración de la piel y ulceras. Aunque existen hoy en día diferentes tipos de microcorrientes, no solo la intensidad con la que se aplican es la clave del éxito; es importante saber que depende de la frecuencia del pulso, la dirección e incluso la duración del estímulo, podemos encontrar resultados dispares en su aplicación. Por esta razón, registrar los resultados en el cuerpo humano en función de los parámetros exactos de las microcorrientes aplicadas hace que se convierta en una tarea ardua de dilucidar. Afortunadamente con el avance de la ciencia y la increíble creatividad de un equipo de médicos e ingenieros, podemos tener a nuestra disposición, las microcorrientes NESA. Llamadas también “microcorrientes inteligentes”, las cuales, generan un flujo eléctrico idiosincrático y casi perfecto donde microamperios, voltajes y frecuencias danzan en cada programa elegido meticulosamente para lograr unos resultados en el cuerpo humano. Más concretamente, en el sistema nervioso autónomo del ser humano. Estudios previos han demostrado el uso de microcorriente “estables”, con parámetros fijos de aplicación, para la regeneración de heridas, vascularización e incluso recuperación muscular en zonas localizadas. Pero la belleza de los resultados sistémicos de las microcorrientes NESA radica en la oscilación y cambios aleatorios, donde cada programa puede tener modificaciones de pulso cada 130 milisegundos, generando hasta 1000µm y 14 Hz, lo que tarda un colibrí en batir 13 veces sus alas. Por lo que, nuestro tratamiento eléctrico que le aplicamos al paciente, a través de las microcorrientes NESA, genera un bombardeo pirotécnico capaz de llamar la atención de los movimientos iónicos y sus receptores simpáticos. A lo largo del tiempo, esto provoca una sucesión de reacciones moduladoras provocando plasticidad del sistema nervioso autónomo. Y como consecuencia, normalizaciones de aspectos alterados causados por input externos que había convertido al Sistema Nervioso autónomo en un dictador descontrolado patológico. “